Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

martes, 8 de octubre de 2013

MIGUEL AVILA, Granada, Andalucía


YANG

la luz nunca apagada aturde en la negrura al extraviado
(J.M. Caballero Bonald)

                                   Porque eras mía, tan sólo mía,
la noche aquella probé en ti la fuerza de mi rabia
y mi locura probé,
y como el más ruin de todos los cobardes
fui creciéndome en tu cuerpo.
A medida que te daba
no era furia lo que yo sentía sino poder,
sólo el poder de hozar en ti como yo quisiera,
a mi puro antojo,
la suma exaltación de los contrarios.
Yo, alzado sobre el mundo.
Tú, el mundo inerme a mis pies,
como un pájaro roto.
Y cuanto más amor (¿dolor?) decías que me dabas
más te daba yo y más el odio renacía en mí
o la mera indiferencia
(no sé por qué, no sé por qué),
y yo no era yo ni tú eras tú
pues, tras cada golpe, te ibas arrastrando
arrastrando…
al epicentro mismo de la muerte.
                                   Barro y sangre, sangre y barro,
                                   formaron la argamasa de mi triunfo.
Yo, yo, yo y sólo yo
determiné la hora y el lugar precisos…
¿Y tú? ¿Acaso tú existías
cuando yo te conocí
y de antemano supe la sentencia?

Al cabo fue el silencio
y un coro de grillos espantados
gritándole a la luna.

(Inédito)





YIN

y al fondo queda el fondo y solamente el fondo con sus vértices negros
(J.M. Caballero Bonald)

                                  Yo era nadie cuando tú me arrebataste
la vida para ti. Fue en la noche. Antes de ti
yo era quien era y tuve, sí, un nombre
por el que me llamaban la luz y la alegría de ser
y aquellos que me amaban y a quienes yo también quería
como el agua a la tierra y la música al silencio.
Pero un malhadado día llegaste tú,
el macho más macho de entre todos los machos,
y a la diestra del miedo me sentaste
y allí me arrancaste la voz
y me arrojaste al seco pozo
de la mudez y el abandono.
                                  Y todo se volvió gris y triste.
                                  Y en torno a mí tú fuiste levantando
un muro más alto que el deseo
y quedé desvalida y sola
en aquel frío lugar.
Desde entonces no hubo palabras ni motivo alguno
para que estas acudiesen en mi ayuda
concentradas en un “¡basta!” absoluto
e imposible.
El mundo, el universo, eras tú,
unicamente tú, colérico Dios
que mascaba la pútrida venganza
                                   frente al espejo turbio
de su desvarío.
                                  Ahora estoy en ti para siempre.
                                  Para siempre en ti.
                                  Soy tú.
                                 Y ya nunca podrás olvidarme.

(Inédito)

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