Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

miércoles, 25 de septiembre de 2013

ROXANA ROSADO, México D.F.

Cenizas
Soy cenizas
restos de un amor que fluye lejos
en el viento de su despedida
cuando desapareciste
de mi vida.
Nuestra casa se convirtió en cenizas
llamas de la pasión quemando los recuerdos
una pasión tan largamente olvidada
en un pasado que no será nuestro, no más.Mis sueños, mis esperanzas, mi todose convirtió en nada, como un polvo invisible
que se clava en las lágrimas
de mi futuro que ya no es.
Soy cenizas ahora
y el presente se convirtió en la nada de un futuro
que puede ser tocado por mis lágrimas de cristal
y disuelto en la voz de una promesa
que nunca
será verdad.
Eso es lo que soy hoy en día
sólo polvo, restos de un amor
que ha sido quemado,que duele tanto,
una promesa que prefiero olvidar
aunque tengo que dejar las cenizas
de mi corazón en él.


Resquebrajado

Camino por este desierto interminable
de escombros y de duelo,
miro por dondequiera,
los pedazos de lo que alguna vez fueron
sonrisas y lágrimas
yacen esparcidos por el lodo
como simples piedras tiradas al azar,
desbaratadas por la fuerza del quebranto.
Mi alma llora. Llora de pena
por todos los escombros, las piedras,
las sonrisas, los niños que jamás crecerán
que nunca se volverán hombres,
por todas esas mujeres que se han quedado solas,
tan solas que su pena es más pequeña
que su soledad,
por aquellas flores que yacen marchitas
en macetas resquebrajadas por el temblor
de las manos de los ancianos,
que toman la única pertenencia que les queda,
su resignación,
antes de partir.
Y después, como si todos fueran guijarros,
son barridos, aspirados por un gigante de mil cabezas
que a la vez que limpia, aniquila a los que quedan
y lava las aceras, las paredes y los campos
para que aquellos seres nuevos que llegan
piensen que todo está resuelto
y que no pasa ni pasará nada,
porque ya están acostumbrados
a estar hoy y mañana quién sabe,
y aunque miran al cielo
con la eterna pregunta ¿hasta cuándo?
no hay voz que les responda

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