Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

lunes, 30 de septiembre de 2013

ESTER NIEVAS MOLINA, Granada

Nacer mujer
 
Irma residía bajo la colina. Hacía tiempo que había dejado de sentir miedo,
ese  miedo hiriente, ofensivo y grueso, casi asfixiante, atrapado entre los
poros de su piel. Ya no era necesario. Ya no temía que unas manos invisibles
segaran su vida en medio de un luminoso día de cielo azul y aroma a sal. Ni le
asustaba volver a casa y descubrir la violenta ausencia de su prima Neyra o de
Juana, su mejor amiga. Ya no le preocupaba que el miedo ocupara todo el
espacio de su vida. Desde allí, desde lo más alto de la colina, una cruz rosa
chicle, sin nombre, gritaba tristemente orgullosa lo que ella no había podido
decir en vida: ¡Soy una mujer de Ciudad Juárez!

http://explotarenelvacio.blogspot.com.es/
 

domingo, 29 de septiembre de 2013

RODRIGO GARRIDO PANIAGUA, Valladolid

La mano que acaricia el crimen

La mano que acaricia el crimen
se pasea casual
entre la belleza de las horas.

Dentelladas de un monstruo
impiden a las mujeres llegar a la edad
de los árboles más altos.

Las madres se detienen en los ojos
de los verdugos,
los padres se arman de rabia

y toda la memoria se apila en las cunetas
en ese instante atroz donde arde la vida.

La ciudad es una gran fractura abierta

y la dignidad se vierte
como las aguas sucias donde se baña el mundo.

Nunca podremos llegar a entender
la barbarie.

Solo un dolor lejano nos rompe el silencio.


JUANFRAN MOLINA, Granada


El gato más silencioso que conozco


Mientras te hablo
persigue el olvido mi voz,
en carrera pactada
con el tiempo:
el gato más silencioso que conozco.
Ese calmoso silente que va esparciendo
la ceniza acuosa que adormece nuestros pasos.
Pero, antes de que mi voz sea enterrada
entre la hojarasca de voces
que redundan,
vuelan y adornan,
quisiera poder escribirte
algo que nunca hayas escuchado;
quisiera servirte,
dejar de morder el aire.

Conformar, por fin, el poema percutor
que explota en mi pensamiento

El terror enturbia la blanca espuma,
loco de miedo y odio
hacia la libertad,
como un caballo iracundo
entre el oleaje de la vida.
Arranca cada vez algo
que no se podrá recuperar;
siega latidos e ilusiones:
esa luz que desboca al asesino.

Todo cambia, todo crece
todo brilla, todo florece
menos tú.
El mal nunca se desmenuza
entre los dedos del bien
simplemente se aleja un poco para volver
como un perro rabioso
a la primera llamada.
Todos opinan
mientras persiste el círculo negro
en el que nadie entra.

Quiero que salga fuego de mi voz
para envolverte
y sacarte de allí.
Apretar fuertemente tus manos,
romper distancias,
levantar murallas de dignidad.
Tener poder y no ser tan débil,
tan voluble como soy.

Los trenes de la justicia
van y vienen
ruidosos sobre nuestras cabezas
para jamás detenerse en el lugar adecuado

Leo para ti aquí de pie
con voz ajada y amarga
minutos antes del olvido de mis palabras
sintiéndome la tenue excusa del silencio.

Nuestra cobardía nos corrompe,
nuestra corrupción nos envilece,
nuestra lenta podredumbre nos absorbe.
Pero los espejos aún esconden nuestro deterioro.

Todo da vueltas sin asidero
dentro de la burbuja del tiempo,
ese presente fugaz
tan rápidamente pasado.
Allí te oigo reír,
te siento respirar,
entonces algo se detiene
y se me clava el frío de tu ausencia.
Miro hacia adentro.
Callo,
sin saber qué decir
y es terrible.
Y soy otro opinador entrecortado,
otro espectador distraído más
del dolor y el sufrimiento.

La tragedia nos mira fijamente
desde inmensas ojeras
labradas por preguntas sin respuesta,
endurecidas de mantener vivo el recuerdo
entre tormentas de impunidad.
De soportar la insoportable normalidad del vacío,

la muda crueldad del prójimo.

Encubrimiento
dejadez
manipulación
mentira
ocultación
prejuicio…

Odiosas palabras,
escupitajos de injusticia
en nuestra cara.
Sustantivos que se agolpan
acerbos en mi garganta.
Y siento asco y hastío
de masticarlos
para reproducirlos una vez más
desde un hilo de voz
que me avergüenza.

MARÍA CARVAJAL, Cáceres


La palabra invisible

Quise escribir sobre los feminicidios de Ciudad Juárez
pero me topé contra la inexistencia léxica de su concepto.
Quise escribir que los académicos hacen del feminicidio
una palabra invisible que debería ser nombre propio
y ni siquiera es nombre común.

Quise escribir sobre las miradas volteadas de los gobernantes
que esconden los gritos bajo la arena del desierto.
Porque la negrura de México se consideró una pandemia
y aun hoy se expande enfermando todos los mapas.
Porque mi editor de textos subraya la palabra
de color rojo como una confusión provocada,
insistiendo en que borre o cambie su destino.

Entonces, cómo escribir sobre la barbarie oculta,
la sangre encubierta, el dolor silenciado,
si quienes tienen el poder ni siquiera
le dan la importancia suficiente
como para asignarle un nombre digno de un diccionario.
Porque la palabra es turbia como quien consiente
y es oscura como quien la entierra.
Y me pregunto por qué existe el acto y no la palabra.
Y me pregunto por qué todos hablan de Ciudad Juárez
y nadie os dice “Cuidad Juárez”.
                                                                                  
                                               
*En el diccionario de la RAE no está recogida la palabra "feminicidio".

JOSÉ CERCAS, Santa Ana, Cáceres


Canción urgente a un cadáver adolescente (A las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez)

Nadie te destacó entre las sombras,
a ti que jugabas con la tierra
a ser la parte indivisible del barro.
A ti que te escondías para descubrir, en los labios,
los secretos del asombro,  
la voz de la primavera entre los dientes y el beso.

Nunca llegaste más tarde de la alegría,
ni tan siquiera fuiste la cenicienta, 
aquella de los ojos claros y el corazón ausente. 
Tu cometa nunca subió a lo más alto del vuelo,
ni construiste castillos de mazapán sobre la mesa.
Nunca tus labios recorrieron el improperio
más allá del silencio acristalado de tu casa.

Pero te llevaron a la selva más amarga de la noche,
donde las hienas de voz en sangre 
lamen, a sus presas, antes de devorarlas.
Tomaron, de tus carnes, la más adolescente,
la carne más urgente de tu cuerpo de niña,
y hundieron el deseo en tus senos blancos
también la saliva y el  improperio 
probaron, entonces, de tu cadáver el tacto perdido.
Nadie te destacó entre las sombras
pero tu cuerpo mancillado tiritó 
sobre la tierra fría del crepúsculo.

MABEL ZAVES, Sevilla


Hoy cenizas

(Poema por Ciudad Juárez)


Hoy monto en las alas de los sueños.
Hoy, unas ligeras cenizas
están danzando por el aire,
cerca de horizontes lejanos.

Hoy se cae un pétalo de rosa.
Hoy, vuelve a ser tan fugaz
como su tibia existencia,
tanto como su inexistencia.

Hoy una hoja seca huye del árbol.
Hoy, cruje bajo mis pies
la sequedad que habita el llanto
perdido por estos confines.

Hoy una bala silba intemperante.
Hoy, con mi mano en el pecho
tapo un agujero que sangra
mientras se nubla la conciencia.

Hoy fui sueño, rosa y también hoja
antes de ser sólo cenizas.

J. LEÓN ACOSTA, Almada, Portugal



el emperador de la ruta 66


El hombre negro de la ruta 66
no se llama Hussein 
ni Obama,
pero sabe orientarse en el desierto
y localizar en el mapa de su pueblo
dónde queda lo que quedó 
de Palmira, de Damasco, de Alepo.
Sabe distinguir el olor del jazmín 
del olor de la madreselva 
y los dátiles maduros 
en los racimos anaranjados de las palmeras.
Sabe apreciar el valor de un cero
a la izquierda.

El hombre negro de la ruta 66
ha oído desgarrado el mar en la belleza
y ha escrito con tinta verde
los versos del faro apagado de Adonis
por todas partes,
en su guante de béisbol.

En otoño y primavera,
el hombre negro de la ruta 66
recorre con la cabeza cubierta
con la luminosa cabeza
de una pantera negra
la madre de las carreteras,
como un jinete persa
por una corbata de seda
abandonada.

El hombre negro de la ruta 66
en otoño y primavera
no se queda en silencio
y grita contra los políticos del gobierno 
a los coyotes del viento
en la calle mayor de América.

***

En invierno y en verano,
cuando se oculta para contemplar
cómo la gente se emociona con algo,
el hombre negro de la ruta 66
bebe campos de trigo, de maíz y de centeno
y no cuenta nunca nada a nadie
para no echar de menos a todo el mundo,
para no echar de menos a los inermes
atrapados en el precipicio
entre la tierra y el cielo.

JESÚS AMAYA, Granada


1
Deseas que tu vida florezca
con la aurora del dibujo de tus verbos,
que llegue vestida del laurel de bucles
del ángel azul de tu memoria -que no erradicó el olvido-,
mas siempre antecede el dolor desde la infancia

  -tan desnuda
                        tan sola
                                     tan vacía de afectos
                                                                     tan despoblada-

con una aguja de silencio clavada en las entrañas.

Los recuerdos ya no te encienden,
te enmudecen las heridas, tantas,
tan abiertas; los pronombres te congojan con
equívocos; en la espiral de tus ensueños revives
tu antigua historia que contarla ya no aciertas,
juras no volver a confiar un nuevo amor
         -<<no ocurrirá>>, te dices-

y sigues viviendo
                             tan sola
                                              tan absolutamente sola,

con el miedo a una parálisis de voz y ensueño.

Que se precipite
    -suplicas-
el postrer momento del segundo sin retorno
porque la vida se te ha quedado atrás
   -eso dices-
que ya no te pertenece,
que aletea detrás de los cristales,
y aunque no has envejecido más de lo preciso
presientes tu vida como un hilo
hecho a tu medida, a tu abandono.
   

Déjate suceder
en el orden quebrado de las horas,
te urge ganar espacio a la sombra
     -inmensa, poderosa-
abrazada a la nada,
todo es soledad.

Quiérete,
no tengas el alma despegada de ti;
vive haciéndote, rehaciéndote,
álzate desde la nada en que te encuentras,
créete la única mujer a quien le escribes,
le lees, le sufres y le permites
que te acompañe hasta encontrar
tu propio latido,

                                                                  vida.

                                                    tu

                              posible 

                es

 que
  
2

En el espejo de otros ojos tu mirada,
tus palabras al aire;
tus manos, tus labios, tus ojos,
tus verbos, en el definitivo viaje
sin retorno desde tus raíces, que te arrastra,
te mueve, haciéndote crecer;

te das cuenta de que ya no encajas,
que eres una inadaptada, una desahuciada,
que te vas perdiendo poco a poco
en una soledad definitiva, la tuya;

las inquietudes, los desvelos,
los tiempos ya cumplidos,
las luchas a corazón abierto, los amores,
las madrugadas inmensas sin respuestas
en la noche poblada de todos tus nombres
ya cicatrizaron;

porque no deseas nada material,
porque reniegas las coronas, los halagos,
porque abominas la envidia, la maldad, el juicio ajeno,
porque desoyes el ruido vacío de los cínicos,
porque has renunciado a la vanagloria,
porque no crees en el éxito, ni en el poder, ni en el dinero,
porque abominas de los malditos y tóxicos indiferentes
que venden a su hermano para salvarse;

porque no quieres nada de nadie
que no sea la ternura, la bondad,
el amor de los amigos, la risa compartida,

con el equipaje de tus pústulas de mujer
crecida en el barro has iniciado tu camino en el exilio;
aunque en la misma fragua, inicias tu nueva vida,
atravesada la frontera; tu mundo de amor
te ha aferrado a la luz, todo es luz.


3

El latido del ángel no llegó
junto a la soledad sin el reverso, plácido;
de la dejación, del atisbo, izando la enseña
de la muerte, los desleales acercaronse
con sus paradojas, con su desazón, mas
no lograron darle sentido a su vacío.

Descubierta la luz
sobreviviste a tu permanente zozobra;
fija la mirada, el alma en alerta
-tal vez hoja de hierba desde el escorzo-,
no caíste en la desesperación.

El ángel, desde las disonancias,
engendró las formas al elegirte.
Pudiste contemplar desde el nuevo acorde
la transfiguración de todas tus cuitas,
la nueva soledad de la mujer
crecida por las lágrimas,
la esperanza que la luz nos trae,
el alma de tu expansión en la palabra
     -aún vestida de penumbra-
emergiendo en el verdadero silencio.

Vencido el recubrimiento alabastrino,
rasgado el velo de escarcha, el latido
del ángel dijo a la mujer: nace;
nacida la mujer, el ángel dijo al verbo: desnúdate;
desnuda la palabra, el ángel dijo a la mujer: vive,
y la mujer fue consciente de su nueva cadencia.

Comprendiste la bondad en todas las brisas
de amor impregnadas, nunca más te hallaron.
Aferrado a la luz comenzaste a quererte;
consciente de la autoridad de tu propia ley
iniciaste tu vida en el exilio.

EDUARDO NABAL ARAGÓN, Burgos


Genocidios

Las mujeres van inseguras en los senderos por explorar
que les llevan a trabajos largos y poco seguros
Mientras espera el toque de salida
Una anciana piensa en su Luisa, su ya adolescente soñadora
que vuelve de la escuela
todos los atardeceres mexicanos
acompañada de los machos de la ciudad
A los que no ama, pero salvan y protegen.

Ay, pero el día que vuelva sola
Libre y caminante
Pensando en sus cosas
Que navajas le esperaran en la esquina,
Que violencias, que caminos asaltados
Que bandas secretas, paramilitares, cazarecompensas
Detrás de los espesos matorrales, sicarios
Serpiente traicionera, en el camino, tras un edificio derruido
Sin dejar rastro, ni sello ni firma

Ella tuvo el valor de acudir a comisaría
y se rieron de ella, de su piel casi morena, su barriga, su pelo arrancado, sus pequeñas heridas sin sutura, su carné caducado, su piel vieja, sus uñas sucias, su voz quebrada
Se rieron con sus uniformes ridículos y su innata prepotencia
De aquí allí, risas y esperas
burlaron sus pretensiones de cazar al asaltante, al posible asesino anónimo
Porque unas mafias siempre se protegen a otras, son las mismas
Solo cambian los nombres, pero piensan igualito
Solo el uniforme los distingue, o los identifica, caretas, cancerberos de los carteles
Como los guantes, identifican a las operarias
Ya se ha acostumbrado al ruido de la fábrica
a ser una mas en la cadena
A los gritos de la jefa
Pero no al silencio cómplice de amigos o vecinas
Leyes como telas de araña, atrapan mosquitos, dejan pasar avispones


Ahora recuerda a su hijo joto que se fue a probar suerte a la frontera
Considerado traidor a su casa y a su causa
Ladrón de cuerpos
Espalda mojada, vientre lechoso
harto de los hombres de la zona
de los populistas subvencionados por el clero
de sus plumas cercenadas en silencio
harto de bandas Molotov y empleos sin futuro
Ese que un día libre le enseño a leer
Pero no sabe si es verdad algo de lo que le cuenta en sus cartas
demasiado pulcras, demasiado limpias
cada vez más distanciadas en el tiempo
sin remite
Si logró atravesar alguna aldea
o miente
Cómo le enseñaron a mentir
Desde pequeño

Tantas horas haciendo lo mismo
Maquiladora, tejedora, Penélope borracha de calor soñando las bahías de Oaxaca
le dejan tiempo para pensar con la cabeza cana, tiempo para penar y pensar
Mientras trabaja con las manos tajeadas sin consuelo
una compañera hace un chiste, pero no la oye
absorta en su princesa sin corona

En su pequeña soñando a ser aventurera y estrella del cine gringo
En los policías sordos, en esos hombres bien vestidos de paisano
que vuelven a sus casas
Después de haber demostrado su hombría
Usando penes y machetes, cuerdas y pandillas
En descampados teñidos de rojo
cómo los atardeceres que se ven desde la fábrica

Dice que alguien debería hacer llegar el día
sea quien sea, ya no cree ni en Dios ni en el Gobierno
en que su hija pueda ir sola, caminar sola, sin machos protectores a su lado
Sola por todos los senderos, desafiando metas imposibles

Si, sola, princesa, rebelde, aventurera y libre por el país
Ladrona de dueños, pesadilla de los amos, Maria Félix, fugitiva de los guardias
Radiante, bruja, güera, caminante, maquilladora, maestra o estrella del cine gringo
Rabiosa hechicera, poniendo nombre a las hermanas muertas
Devolviéndoles sus rostros desfigurados
Por el ácido
Atravesando los puentes y caminos de los sexos
Un atajo entre sombras sudorosas
El espanto se marcha
Llega al camino del placer sin temblores
del goce elegido, de la hermana mestiza, del hermano que regresa
Delirante, capaz de dejar de sufrir,
Capaz incluso de lucir su cuerpo en las playas vacías
Como una feliz caperucita que ha desterrado
A ese lobo feroz que tan bien se esconde en los rincones de Ciudad Juárez

sábado, 28 de septiembre de 2013

ALFONSO BARO, Puerto Real, Cádiz


Balada por Ciudad Juárez 

Y que la vida no valga
ni lo que el plomo de las balas,
que solo valga la plata
que la conciencia disfraza.
Que morir cierra las puertas a sentir,
a los sueños y a la vida,
que matar derriba
lo más sagrado del hombre
haciendo al verdugo pobre.
¡Maldita mano asesina!.

Me dueles, Ciudad Juárez,
me dueles en las entrañas.
Desvalijas en mi alma
el calor que por la sangre,
como en ti, se desparrama
en tus aceras por una mano cobarde.

Once mil no es solo un número
que son nombres y apellidos.
Son sonrisas que se han ido
más allá de la luz del mundo.
Que la arteria cercenada por las balas
vierte sangre que se adentra en la Tierra.
Y grito: ¡Que no se pierda
la cordura!, y que triunfe
la libertad sobre el yunque
que fusila la conciencia.

Me dueles, Ciudad Juárez,
me dueles en las entrañas.
Desvalijas en mi alma
el calor que por la sangre,
como en ti, se desparrama
en tus aceras por una mano cobarde.

Me dueles, Ciudad Juárez.
Me dueles, Ciudad Juárez.
Y desvalijas mi alma.
Me dueles en las entrañas

WILLIAMS A. HERNÁNDEZ, Aragua, Venezuela


Violencia en tres tiempos

Mis abuelos me hablaron una vez
del chip de la muerte
No fue esa palabra precisamente
pero me dijeron
que Dios ya sabía el día en que partirías
-que estaba escrito-
Por eso ahora
con mis años a cuesta
pienso lo difícil del olvido
y de la cuenta que se activa en reversa
Entonces cada amanecer
se convierte en un regalo, una ñapa
para amar sin vuelta atrás
-por si el alma tiene continuidad
no se pierda en los amaneceres
que desgajan rutina
A la final quiero marchar lleno de amor
no colgando un vestido
de odio y amargura
en mi etérea alma
Pero sucede que mis abuelos
no sabían que en Medellín, Maracay o Ciudad Juárez
Dios perdería el aparatico ese
que activa el chip de la muerte
Fue interceptado primero por unos capos allá en Medellín
luego se lo vendieron a los del cártel de Juárez
y parece quieren negociarlo con los malandros de mi barrio
Se lo robaron las bestias
que asesinan mujeres en Chihuahua
Ahora activan el chip a su antojo
en una calle en penumbra
donde una vez durmió tu sueño
en un transporte público
con olor a transeúnte desconocido
donde la bala se incrusta
en la cara de un niño
En ese lugar del planeta
tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”
-sólo un puente los separa-
Allí donde el reptil mató
a sangre fría al límbico
y lo lanzó al río Bravo
para sepultar la poesía
Ciudad Juárez es el presente
Hoy por tí elevamos metáforas
contra las bestias
para recuperar el chip de la muerte
y devolvérselo a Jesús, a Buda o Alá
y que sean ellos en nombre supremo
los que vuelvan a tener
el designio de cada nacimiento, de cada esperanza, cada adiós
Hoy por Ciudad Juárez conjuraremos la vida
para que Maracay no viva las penurias
que te ha tocado vivir.

JORGE M. MOLINERO. Valladolid



Calor
no saber
es el dolor más fuerte. Aquí,
al menos, las lágrimas se lloran
sobre los cuerpos. desfigurados.
Es el calor. El tanto calor que pudre,
hiede. Es más fácil así encontrar
el cadáver de tu hija.


La belleza
es, en esta ciudad, el más valioso billete de ida.
Pero si no cruzas la frontera pronto, ni
la juventud te asegura dejar un bonito fiambre.
la cal viva es una paradoja demasiado cruel.
la belleza es un billete seguro
también hacia la muerte.

Calor II
en esta tierra en la que el tiempo se estanca
en perpetuos atardeceres, hay que darse prisa.
los coyotes poseen el olfato del diablo y
tienes que darte prisa. Prisa para velar los despojos
antes que se conviertan en carroña. las mujeres
de esta tierra ahogada por la arena necesitan llorar
sobre la mortaja de sus hijas. Reconocibles sólo
por una pequeña cruz de plata sin nadie clavado en ella.

La belleza II
si nunca preguntaste a dios la razón de tu belleza,
por qué le imploras no morir hoy?
si jamás preguntaste a dios la razón de tu don,
tus muslos, tus ojos prietos,
por qué ahora le suplicas piedad?
si te confundieron de dios
si a dios le soltaron a cambio de este terruño arenoso
si nunca imaginaste que el dios verdadero
es el jefe de la policía y tu belleza
el sacrificio para los apóstoles de la guerra.