Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

viernes, 28 de septiembre de 2012

FABIAN NIÑO, Bogotá

AMANECERÁ Y VEREMOS… 

Se las han llevado,
no han dejado huella,
sus pies están enterrados,
quién sabe dónde,
quien sabe cuándo,
quien sabe hasta cuándo.

ALBERTO VILLÉN PINILLA, Orihuela del Tremedal, Aragón

Tan amplia es la frontera, mujer,
que es ciudad fantasma y de muerte,
río de sangre
que embebe la lluvia del desierto.
La ciudad se extiende
hasta donde mueren los caminos
y los sueños despiertan bajo tierra
al lanzar el eco, grito y desgarro
de quien sigue sin saber hasta cuando.
Polvo blanco y pólvora
tiñe de rojo al emigrante desaparecido
y el aliento sin armas del desesperado.
Tanto hijo de puta no puede haber nacido
ni ser de entrañas de mujer parido,
no puede ser frontera
para beber el agua donde morir
y hacer patentes las sombras del silencio
donde derribar los puentes de la libertad
y desecar la matriz del río grande
que lleva hacia el norte
sin recordar haber tenido mujer como madre.




La música del llanto suena
entre ráfagas de fusiles y pistolas
y muertes sin justicia.
Réquiem y cascabeles de serpiente
en un mar de arena de mujeres sin presente;
gritos entre velas
buscando la luz que nadie encuentra
a la sombra de asesinos y homicidas.
Miradas extraviadas y sin vida
mucho antes de la edad cumplida
se entremezclan
entre cuerpos irreconocibles de muerte
y rostros sin cara de asesinos y violadores.
Que no queden nuestras voces acalladas
por la misma impunidad
que tratan gobernantes y cómplices
gritos doloridos,
ni quede interrogante
en el pentagrama dominante de la orquesta.
No quede la boca cerrada en la inocencia
de tanta mujer maltratada y muerta,
hagamos que fructifique la justicia
contra los impunes sin conciencia.

MÓNICA SOSA VÁSQUEZ, Chetumal, Quintana Roo


A las mujeres de Juárez.

Esos rostros que nunca escuchamos
y voces que nunca vimos
solían tener vida,
como tu y yo.
Ahora duermen.
Despertaron de la pesadilla,
empolvadas de tanto rodar y rodar.

Se persignan las pistolas y se pierden las balas.
Vuelan hacia arriba,
donde habita el águila sobre el nopal.

La sangre salpica y se enloda con la tierra.
Y en ella nos bañamos,
y en ella nos ahogamos…

JUAN CARLOS VELÁZQUEZ, Ciudad de México


HAN PASADO TANTOS AÑOS

Han pasado tantos años

y tu nombre sigue en el olvido

Han pasado tantos años

y tus huesos siguen extraviados

Han pasado tantos años

que tu voz se apagó,

que tu vida fue extinguida

Han pasado tantos años,

y el culpable no se encuentra.

Y aunque han pasado tantos años

hermana,

tu eco aún nos llega,

tus sueños continúan,

tu espíritu no se apaga.

Sin embargo, hermana,

han pasado tantos años

que aquellos decidieron borrarte,

eliminarte de toda memoria,

nunca exististe.

Sí, han pasado tantos años

que muchos brazos siguen cruzados,

quizá estén esperando, hermana,

que vuelvan a borrar tu nombre,

que vuelvan a extraviar tus huesos,

que vuelvan a apagar tu voz,

que extingan tu vida.

Juan Carlos Velázquez, Ciudad de México.

JOSÉ SANTANA PRADO, Jalisco, México / Chile

LA CRUZ DE JUÁREZ

Allí has quedado, inmóvil y tierna
con el recuerdo de lo que eras en vida
y  sólo al nombrarte,
 recuperas la efigie y se eleva en pos
del sentimiento que tengo de tu persona.

Lo sabemos ahora todos en el orbe,
porque la mujer asesinada
no llegará jamás a su casa,
ha sido vista apenas tras la tenue luz de la noche
que intenta regresar con su único motivo: la supervivencia.

Parece que has quedado en el olvido por el pueblo
que te vio nacer, mas no por mí quien te lleva
impresa en la sangre y comprende lo terrible de tu caso.
Aunque entiendo,  a pesar de las desapariciones
 en Ciudad Juárez, con su inenarrable y fatídica frontera,
causa espanto, dolor y  desconsuelo,
por la inmensidad de  muerte que sólo se escoge
a la mujer idónea para desearle su trágico deceso.

Debe ser cansado tener que esperar el turno,
aunque te adjudiquen una cruz de madera
con el supuesto nombre que tuviste al nacer.
Aun así, no debes dolerte por eso
sino por el fatídico deseo que el asesino
en su máxima estupidez, ha decidido quitarte
tu magnífica y amada presencia.

Y qué más se podría especular si mueres hoy
o mañana, lo que mejor importa es que
no vuelva a suceder más contigo y con ninguna
otra de las víctimas que han poblado nuestra patria,
para que así el silencio respete tu válida decisión.

Sé que eres una más de las llamadas
con vulgaridad, “Muertas de Juárez,”
aunque no es por el título que me siento miserable,
sino por la forma  del daño que te imponen
a lo largo de esta trágica frontera,
que no tiene respeto por lo bello de tu ser
ni por la fragancia que despides cuando
 el alba se acerca a tu oído para que la escuches.

Amada mujer de la parte norte de mi atribulada tierra,
¿quién ha humillado tu gloriosa estirpe,
 te ha hecho perder la voz y no permite
que ésta salga con el natural sentido de tu armonioso decir?
Explica con claridad, ¿quién ha sido el perverso
que tomó tu vida sin darte la oportunidad
de encallar su acción en el llanto que derrama
el país de la Serpiente  mítica  Emplumada?

Tú, mujer gentil de la gran tristeza que se expande
por los campos de inmensos trigales, vas derramando la pena
que te aprieta por decenios y que no da su nombre,
tiene temor a ser mancillada con la sin razón
de la inclemencia mal sabida,
hasta la tierra del cementerio marchitada por el odio.

 Tienes una cruz de madera
carcomida, por largo  tiempo que está
ahí, en esa esquina maltrecha por el Aquilón,
 humillada por el recuerdo de tu fatal
partida.  Dime tú, ¿cómo es
que tu regreso ya no está escrito en el libro
de la vida que te fue obsequiado por el
destino universal de los cuerpos que laten en la Tierra?

Explícame, imagen excelsa con rostro de mujer,
el  enorme pesar que observo bajo tus cansados párpados.
Ojos enormes y tristes que jamás  volverán a mirarme,
debido a la infamia de aquel desposeído autólico que te
dejó sin el aliento natural  que la vida nos ofrece,
y los gobiernos en turno del México tricolor,
 nada hacen para solucionar con ahínco
el estigma que se presenta en contra de tu femineidad.
Qué tristeza tengo y mi dolor aumenta
al paso del  correr del tiempo, se perciben
años de la ausencia de ti y de tus dones de mujer,
madre, hermana, esposa o amante.

Tú, la que llegabas a casa para cumplir, aunque cansada,
con la obligación del rutinario esfuerzo
y hacer el pan nuestro de todos los días.
 Dabas a mi ser luz y alegría de la vida sin reproches,
en la mejor de sus ceremoniosas tonadas.

¿Dónde estás ahora madre mía, hermana o esposa
que no observo ya más tu risa  angelical?
¿Quién ha obstruido tu  transitar calmo
por la frontera de este maltratado territorio de los mayas,
porque sólo quedan las sombras y la tristeza
del dolor que ha dejado tu retirada?

Mujer de mi país en la frontera norte,
 te extraño y siempre lo haré
por el amoroso hecho de ser hembra y madre
de la vida que a todos nos ofreces.  Hoy, dejo aquí
como siembra, mi pluma y el papel donde escribo
este poema, sobre tu cruz olvidada de madera,
para llorar por ti.   Hoy que tanto observo la necesidad
que tienes de nosotros para estar contigo.

Las mujeres y los hombres consientes de este pueblo azteca,
lloramos porque las otras mujeres, las desaparecidas,
las violadas y ofendidas, han dejado de existir.
Sí, continúan ausentes de Ciudad Juárez
 y de nuestras voces reclamantes e inconformes,
pero jamás callaremos, hasta que se logre encontrar
la suprema solución, a este célebre dolor
de no tenerlas más entre nosotros.  JOSÉ DSANTAN

LUIS ANSORENA, Palma de Mallorca

Chilla la noche
desgarrada desde el vientre.
Lloran los pechos
cortados de la tierra.
Se ahoga en sangre
la arena del desierto.

Hasta los cuchillos
protestan su destino
y agotada está la tierra
rezumando dolor.

Cabellos revueltos en sangre.
Carne muerta tajada.
Esos brazos,
hechos para amar,
ahora retorcidos
por sangrientos cordeles.
Esas bocas,
hechas para besar,
ahora semiabiertas
en gesto de muerte.

Y los ojos. Esos ojos
que miraban el mundo
respirando vida,
que lo último que vieron
fueron monstruos.

Esos ojos ahora
ya fijos para siempre
en nuestros ojos,
clamando justicia.

MAGDALENA MARTÍN RODRÍGUEZ, Málaga, Andalucía

EN ALTA MAR ESTÁ LA VIDA
En alta mar está la vida, en alta mar 
la muerte. Sobre la arena también esta la vida, 
también junto a la vida está la muerte.
Traen muerte las olas. Muerte 
que arrojan sobre la arena.


Muerte, hambre, esperanza, búsqueda, miedo,
ansia de vivir. Todo, todo sobre la arena. 
Todo en el centro de la noche. 


Tenía que ser silenciosa la noche; pero hay muerte 
a lomo de las olas 
y gritan, los silencios de los muertos.
Gritan las olas agonizantes 
y acuden los custodios de las costas 
y se agudiza el dolor, el miedo. 


También hay vida a punto de brotar, vida 
que se abre a la luz, despojada de raíces, 
ajena a tanta angustia. Vida sin embargo, 
esperanza; pero ¿qué haremos 
con los muertos?


Una tumba, 
             anónima, 
                       silenciosa, 
                                   sin nombre.


                                   El día de difuntos 
alguien, depositó en ella, 
                                   una flor.

DAVID GONZÁLEZ, Gijón, Asturias


COSAS SAGRADAS

me apellido
gonzález
como sagrario
que
podría haber sido mi hermana:

me apellido
gonzález
como sagrario

que

a diferencia del terreno

baldío

donde en 1998
se encontraron sus diecisiete años
acuchillados estrangulados y violados
podría haber sido como mi hermana:

fértil:




LA CAUSA

en el año 2005 trabajé
en una antología de poesía escrita por mujeres
y recuerdo
que en las páginas de cortesía,
en vez de dejarlas en blanco,
puse imágenes
de mujeres desaparecidas en ciudad Juárez:
nuestro pequeño apoyo a la causa:

y recuerdo también
que mi editor me había conseguido además
fotografías de cruces,
como las que hay en loma del poleo,
y fotografías de cementerios:

pero no las acepté:

no aceptaba CLAVAR cruces
sobre los inocentes cuerpos
de aquellas 25 mujeres de ciudad Juárez
que todavía hoy
en una antología de poesía escrita por mujeres

siguen

viviendo:





TÉRMINO

busco la palabra
feminicidio
en el diccionario
de la real academia
de españa
y no la encuentro:

está,

como muchas mujeres
de ciudad Juárez,

desaparecida:

EDGAR JAVIER ULLOA LUJÁN, Ciudad Juárez, Chihuaua

Paredes blancas

Hay pasos que suenan, el techo
con crujidos, del aire.
Estoy alerta,
y el efecto sonoro de las llantas en las calles
me apaciguan
y los ladridos interminables son sinfonía.
Las puertas chillan.

No escribo nada aún, estoy aquí,
intento retener los ajenos ruidos.
No solo la noche se resiste al amanecer,
sino el asesino permanece dentro de la casa.
Le suenan sus tobillos, en cada paso invisible.

Espero a la silueta locuaz que entre al dormitorio,
el horror me invade
por cada variante atropellada
sombras difuminadas que concentran silencios
asfixiados en cada momento.

Soy el final del camino:
No se si gritar, huir
o saltar por la ventana,
incendiar la casa, tomar una arma blanca,         
o ser perseguido cada noche.                                 

Respiro lentamente
la cama tiembla con saldo blanco
y el miedo ha terminado.
Me duele tanto         olvidar         
Entre el yo, el hubiera.

Ahora escucho el tren pasar,
tensión y la sangre en mi cuerpo.

Disparidad, libertad.
Espíritus que rondan
en las paredes blancas, nos persiguen:

                                en esta tempestad.

INÉS MARÍA GUZMÁN, Málaga, Andalucía

CIUDAD JUÁREZ



Sonidos que chirrían,
el claxon que golpea…


Sirenas y disparos,
la luz extraviada, sin ecos.


Instantes 
y un temblor en el aire.
Madrugadas.


La muerte en los tejados
igual que un gato fiero
y en el fondo de nada
los cuerpos…


Es un paisaje feroz,
sin un murmullo de cascadas frescas.


Con un gris y un desmayo
oculto en cada hora.
Amaneceres lentos,
códigos que borraron
hallazgos en las zanjas.
Miedo.


Terror que inunda el aire envenenado


Borraron el futuro,
arrebataron almas.


¿Dónde está el alma oculta
de esta ciudad sin sueños,
que escribe en roja tinta
y  trazos femeninos?

DAVID LETHEI, Santiago de Chile

JUÁREZ

Tengo un tumor
en el medio del pecho
y se llama justicia
“la humana justicia”.

Tengo un malestar
que aguerrido se adhiere
a la pared de mi estómago
la intestina codicia

tengo un puño compungido
un pedazo de alambre
atravesado en la tráquea
y desprovisto de dicha

tengo tantas cosas que tener no quiero
y sin embargo carezco
de la risa vital.

Y tengo por ojos montañas enrejadas prisiones
una sierra asesina que no canta canciones
y un prolífico valle de maquiladoras.

Y tengo por río bravura y por la 45
se apresuran los muertos aún buscando sus tumbas
más allá de las dunas de Samalayuca.

Tengo un punto sin vuelta, una promesa de gozo
hoy entregada a jauría e inhumano despojo

tengo una abierta boca que lo devora todo

tengo una fosa hambrienta por cada poro

tengo un millar de mujeres y niños
ultrajados de a poco.

Y los que rehuyeron
se secaron de desierto
se ahogaron de lodo.

Tengo fecas entre los dientes tengo
parásitos que visten formal
Tengo corruptos y adictos prefectos
-Gobiernos de paz-
Tengo millones de balas perdidas tengo
gusanos de huella letal
Tengo glorietas de cuatro caminos
-y casas de sal-

Tengo cabezas rodando por las calles
ahí donde los niños ya no suelen jugar

tengo mortecinos protectores violentos
reflujos mal paridos de abultada descendencia.

Tengo madres que ya sólo son mujeres
y mujeres que ni siquiera son historia
y mujeres que ni siquiera son mujeres
sino un trozo de carne, del que roer y tragar.

Tengo padres que no han dejado ser héroes
e infantes que no han sabido llorar
tengo inocentes que ya ni rostros poseen
son mis resabios de humanidad.

Tengo un tumor en el medio del pecho
se llama aquí Juárez
pero es toda ciudad

allí donde la humana, y celebrada justicia
no simpatiza
entre real e ideal.

MARÍA JOSÉ GARCÍA BOLÓS, Tomelloso, Castilla - La Mancha

 DÍAS TRISTES

En días tan tristes
el aire trae olor a muerte y a sangre.
Los perros pasean sus huesos
por esta tierra estéril
plagada de piedras y minerales
y sus grietas se convierten en sepulcros
de cientos de mujeres y de niñas
que desde lo más hondo se una sima
gritan y lloran bañadas en sangre y polvo,
devoradas por el abismo
de esos jadeos, martillos de oscuridad,
que se quedan pegados al cabello.

Ellas son ahora como las plantas,
quedan inmóviles en la tierra
sin luz en el cristal de sus ojos,
vacíos como la distancia.

Hasta que una de ellas
clava su rodilla en la grava,
se levanta y va hasta la orilla del río,
se lava la cara y la cabeza,
y toca suavemente sus heridas.

Cierra los ojos,
se concentra en el consuelo
del calor del sol en sus mejillas
y reconfortada, se hunde.

Y así, duerme por fin, amortajada por el río.

 
FRACASO DEL VENCIDO

Buscas heridas y torturas
como si fueran grabados, tatuajes
sobre esta piel del corazón
sensible, pero firme.
Y todas sus siluetas las marcas
con un diamante de insultos y veneno.

Copas de veneno viertes en estos ojos
y en estas plumas como alas,
de estas maquilas vacías por el miedo.
Atropellas los puentes
y las lágrimas que ahogan la garganta.
Sólo por el placer de cometer un crimen
y ver sufrir con ese frío repentino que recorre tu nuca.

Criminal,
ciego de tu culpa y de tu rabia.
Verdugo de cavernas horrorosas
sumergidas en la ladera
del fuego de tu ira,
clavada en tu frente y tus mejillas.

Como un farsante
cruzas tu mirada con tus víctimas,
navajas de plata que se rompen
en la espalda y el cabello
del deseo horrible, espeluznante, que te ocupa.

Nadie te ve, pasas desapercibido;
como un ladrón maquinas tu venganza,
como un camaleón
en constante simbiosis con el miedo,
huyes de los hombres
como el hambre ya saciada;
banderas y policías deshojan tu pasado
de cadenas y mentiras.

Pero es tarde para convertir este calor en hielo,
es tarde para dilapidar la libertad
que contiene a la idea y la sonrisa.

Es tarde,
muy tarde para matar esta esperanza
que no te pertenece
ni te alienta a la victoria.

Tu fracaso es mi pedestal,
el trampolín desde el que grito,
sin necesidad de hablar.
Y todavía estoy aquí,
te sigo esperando,
que este combate aun no ha comenzado
y, lo mejor de todo es,
que a pesar de tus empeños,
aún no me has conseguido.

 
A LA ESPERA

Llevarás tu cuerpo poseída por la rabia
y al primer golpe de agua,
las lágrimas arrancarán de cuajo
tu olor de la memoria.
Desearás arrancarte la piel,
y todos los sonidos e imágenes de tu cuerpo,
pero te quedarás a solas, frente al espejo,
desnuda, muda de espanto.
A la espera de cerrar los ojos un buen día
y poder dormir.
A la espera de ser capaz de no recordar a la niña que eras antes
y que ha muerto para siempre.
A la espera de que se apacigüe tanto dolor,
de que el silencio ahogue esta pena.
A la espera de conformarte,
de aceptarte despojada de ti misma.
A la espera de que tu voz se aclare
y con el tiempo se alce, insistente.

 
SE HIZO DE NOCHE

¡Se hizo de noche tan pronto!
Aún no había caído el sol
y se hizo de noche en mis ojos.
Un sabor a óxido y metal
mezclado con sangre corría entre mis dientes.
Y en la garganta un nudo
fabricado por unas manos ásperas
y desconocidas casi me ahogan.
Había cieno y metal en la carne,
lagunas de olvido
y el dolor bloqueaba los oídos.
Un gran tapón en la cabeza
me lanzaban al abismo en vertical
sin ya importarme para nada
cómo resbalaba frenéticamente.
Pero ya terminó,
y aunque la herida es anterior
volvemos a ella y la reconocemos
para abrazar lo inútil,
para olvidar el miedo.

MARIANELA PUEBLA, Santiago de Chile

UNA MÁS

                                       
Las gaviotas en la playa me hablaron de ti,

omiten tu nombre, hay tantos en esa larga lista

que les dio escalofríos.

Decían que en tu rostro lamido por las olas

estaba escrita la vehemencia del asesino.

¿Qué hiciste que produjo esa rabia?

¿Es que trataste de pensar,  libertad  y en voz alta?

Palabras  que suenan a susurros,

se filtran por el resquicio de la puerta,

se quedan por momentos apaciguadas por los golpes,

ruido, obscenidades.

Ahora  tu cuerpo entumecido holla la arena en busca de calma,

se queda así, 

cara al cielo, esperando volar,

despegar de este mundo.

ANDRÉS GUTIÉRREZ MORILLO, Cáceres, Extremadura


LENGUAJE OCULTO

La de la que hundieron ayer, sí la de Alma, esa que estrangularon en Colonia Chaveña hace unos días, me tiene fuera de mí. Dice que cuando encontraron a mi Gladys esta estaba vestida y tú sabes bien que eso no es así. ¡Ay, hija! No sé cómo haces caso de los chismorreos. Yo como estoy segura de que mi Mónica fue descuartizada, después de ser violada, me trae al fresco todo lo demás. ¿Sabes? He escuchado decir a la de Janeth, la que abrieron la cabeza en Sierra San Ignacio, que fuera de aquí creen que no hay feminicidio, que son todo invenciones nuestras y que no entienden de qué nos quejamos si hay más muertes de hombres que de mujeres. Esa es otra que no sabe lo que dice. Qué sabrá ella si se junta con la de Silvia, la que violaron y desfiguraron durante horas en medio del desierto. Para verdad la que tiene la de Sagrario, la pobre no deja de suplicar desde que fue acribillada a balazos en medio de la calle. Lo peor es que siempre va del brazo de la de Lizbeth, esa que asesinaron a palos en la frontera, con eso de que las pusieron el mismo día no hay quien las separe. ¡Ah! Pues a mí esas dos me dan exactamente igual. Yo ni caso, porque cualquier cosa que digan seguro que llega a los oídos de la de Yésica, la que raptaron mientras su hermana compraba en la frutería y fue tal su violación que aún no saben ni por cuántos fue llevada a cabo. Bueno, esa también dice y cuenta lo que quiere, el otro anochecer la escuché decirle a la de Andrea que a la suya no la habían matado en un fuego cruzado sino que fue por un tiro en la sien. Mira, si hubieras visto como se puso la pobre de triste. Fue tal el disgusto que la obligó a ir con ella a ver a la de Deysi. ¿A quién? A la de Deysi. ¿Esa es nueva? ¡Qué va a ser nueva! Hija mía, no te enteras de nada. Daysy fue la que cogieron en mitad de una calle de Colonia Postal y, después de abusar de ella, la metieron tal cantidad de navajazos que hasta los huesos los tenía rotos a puñaladas. ¡Uhy!, Calla, que sí, que ya caigo. Si es la que está pegando a la de Yasmín, ¿no? La misma. Hay que ver que esta de la de Yasmín, sí que habla poco, ¿verdad? Con eso de que se cree peor que nadie por haber sido abierta en canal y destripada, se da unos aires que no hay quien se arrime a ella. Pues que no se crea tanto que aquí todas tenemos que contar y si no que se lo digan a la de Idalí, la que arrojaron desde un coche en Colonia Vistas de Zaragoza y tardaron más de cuatro días en saber quién era de lo destrozada que estaba. Bueno, bueno, esa tampoco es de tierra suelta que es bien sabido que no traga a la de Mónica, como Mónica fue raptada, violada y enterrada en un lugar de El Poblado Porvenir, eso a aquella la saca de quicio porque dice que el sitio donde murió la suya es mucho más peligroso que el de esta y así le ponen la cabeza como un bombo a la de Claudia, que bastante tiene ya con lo suyo. Esta sí que podría quejarse y no lo hace, que para una que encuentran medio comida por los carroñeros, todas sus vecinas la miran con desdén. Pues que no las preste atención. Ya ves tú, la de Laura. Qué se creerá esa, que porque la suya esté manca y con la boca rota a puñetazos puede dar de lado a las demás. Yo, cuando la oigo, me giro y me pongo a charlar con la de Esmeralda, esta sí que sabe escuchar a la gente a pesar de que la suya fue violada y arrastrada por Campo Algodonero por simple divertimento de unos cuantos. Al final se va a convertir en una de mis mejores amigas. ¿Y yo entonces qué soy? Anda, no seas tonta, que mi amistad contigo no la rompe nadie. Sí, pues la otra madrugada bien que te oí hablando con la de Hester, esa que encontraron en la habitación de su hotel en un mar de sangre y casquillos. Bueno mujer, tampoco hay que ser así. ¿Así, cómo? Pues así de celosa que el que hable con ella no dice nada sobre nuestra amistad. Preferiría verte charlar con la de Marisela, la de Colonia Cuauhtémoc, la que dejaron desangrar después de violarla repetidas y repetidas veces. Aunque como tiene amistad con la de Margarita me cae algo de pie. Ahora te entiendo, como Margarita y la tuya dicen que ya se conocían de antes, y a pesar de que a esta la prendieron fuego y no había quién la reconociera, tú sigues pensando que eso es verdad. Ya pero es que tú sabes que lo de Marisela, eso de que la estrangularon en Poblado Paráxedis Guerrero queda como muy cursi, con lo que tenemos las demás debajo. Vaya, ahora la señora se nos ha vuelto remilgada y necesita ser como la de Susana a la que separaron la cabeza del tronco y arrojaron al vertedero. Pues mira aquí cada una sostiene lo que le ha tocado que en eso sí que no hay diferencias. Si tú lo dices. Pues sí, es lo que digo y pienso. Y que sepas que no soy la única que lo piensa, que también lo cree la de Francisca, la que violaron después de ser atacada por los perros de sus violadores y que está conmigo en esto. ¿Contigo en esto? ¿Y qué es esto? Vaya, ahora te quieres enterar. Claro que me quiero enterar, para eso son las amigas, ¿no? Solo te diré que la de Olga… ¡Calla, calla! Que se está hundiendo una nueva. ¿Una nueva, dónde? Allí, al lado de la de Estefanía, a la que volaron los sesos cuando le metieron aquel balazo entre las cejas. Desde luego, contigo no hay quien acabe una conversación. Ahora que te iba a decir algo interesante me mandas callar. ¡Ay, amiga! Es que cada vez que se hunde una nueva me pongo malísima. Mejor me lo cuentas mañana que hoy ya no estoy de humor. Pues nada, hasta el próximo amanecer.

Y así las cruces de Mónica y Gladys se despidieron un amanecer más. Callaron justo cuando enterraban una nueva víctima y una nueva cruz se hundía en el cementerio de Valle Juarez. Callaron y siguen calladas para todos los que miran y no ven, los que escuchan y hacen oídos sordos, los que piensan y no actúan, aquellos que prometen y no cumplen y para esos que aún creen que todo es mentira. Callan y callan cada amanecer para volver a contarse entre viento, arena y flores quienes eran las mujeres que tienen debajo. Tal vez muchos no las escuchen pero ellas saben que todo esto está pasando y su mayor deseo es que acabe de una vez por todas.