Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

sábado, 18 de agosto de 2012

MERCEDES LUNA FUENTES, Saltillo, Coahuila

TODOS TENEMOS CABEZA DE PATO EN ESTE PAÍS

Anudamos al emplumado cuello corbatas de seda al amanecer y, al hacerlo, afuera, el sol observa el avance de las tropas mexicanas.

Algunos ojos de pato lunares ámbares, hipnóticos siguen el polvoriento camino rural en espera de un bus majestuoso. Sólo llantas gordas de la marina aplastan las piedras.

La cabeza de pato mexicano es café grisácea, tiene el pico color olivo con dos orificios como chimeneas industriales oxidadas. El pico se abre para comer moscas plateadas o para graznar a deshoras en las orillas de lagos contaminados. La cabeza ostenta una línea de plumas finas y negras en la cima. Llenas de grasa, las plumas apartan la lluvia.
La cabeza no suele ir al fondo de ningún lago, asoma para ver su interior, se hunde deseando practicar el buceo libre sin aventurarse al fondo jamás. Al salir, de sus mejillas emplumadas escurren gotas como lágrimas. Resbalan tan fácil que no dejan rastro.
La cabeza es una guía para las alas durante el vuelo. Impulsada por ellas, se eleva sobre el agua y busca el cielo, sostiene el vuelo un par de minutos negando la gravedad de la perversión, luego, la cabeza gira levemente para caer en una picada extraordinaria. La caída, siempre la caída, la efectúa limpiamente.
Las plumas de la cabeza son tan pequeñas que pocas veces se utilizan para rellenar almohadas o edredones, son un desperdicio. La cabeza no tiene utilidad para la comida, para la taxonomía sí.

Cuando los cazadores matan una especie, toman su cabeza y cuerpo, le vacían de vísceras. Lo sumergen en sustancias para que resista la mirada exigente al exhibirlo y lo rellenan. Y dirán: “Oh sí, esta cabeza de pato tiene los ojos brillantes como si estuviera vivo, mira sus plumas. Pónganlo allá.”

Buscamos rutas seguras, los mejores blindajes; planeamos defensas estratégicas e instalamos juncos corredizos y acerados que distraigan a los cazadores. Abrochamos alrededor del tórax gordo, oloroso a cigarro y droga, chalecos antibalas. Y decimos también, no, no hay miedo aquí.

Hay cabezas de pato que beben whiskey con hielo, tiesas, inexpresivas, se creen concientes e iluminadas, lucen hermosas aunque no lo sean. Hay cabezas de pato apoyadas sobre una mesa de madera, el alcohol extiende sus cuellos indefensos.

Cabeza de pato muerto las intimidades que se escriben en las editoriales, se exhiben en tiempos de carne desprendida. Yacen aún tibias, lánguidas, con el cuello roto. No sabemos si enterrarlas o llorarles al darles lectura. Vamos, no exageremos, no hay porqué llorar. Todo se comercializa. Todo sirve. Sólo a veces esconden el nombre a las intimidades, mas las detallan, describen obscenamente sus secretos y las mandan a la Sagrada Web o a imprenta. Los personajes las utilizan para construirse.
Finalmente nadie enterrará a esas cabezas de pato, quedarán expuestas, olorosas a tinta, a divino cieno que mancha con su descomposición las manos.

Los discursos oficiales utilizan las palabras de la real academia española y las transforman en cabeza de pato, en blanco perfecto sobre los puentes del discurso. Las arrojan atadas. Durante el vuelo desafortunado, las matan antes de caer al asflato, al punto final.

Nuestros amados, con cargos o sin ellos; nuestros hermanos, con placas o sin ellas; nuestros niños con armas o sin ellas; los devotos ateos; los políticos devotos; no lo notan, pero todos, todos tenemos a alguien apuntando directo a nuestras cabezas.

México es una gran laguna. Todos tenemos cabeza de pato en este país.

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